domingo, 15 de diciembre de 2013

LAS CALLES DE ASTANA...DE NOCHE

Para completar este pequeño recorrido por la capital de Kazajstan, nos queda dar un paseo por la orilla del río Ishim o Esil, según lo llamemos en ruso o kazajo. Cuando alcanza la capital es un río escasito. Sin embargo, en su viaje hacia el norte hacia Siberia, llega a alcanzar una longitud de 2.450 km. Lo que sorprende viendo su cauce a la entrada de la ciudad.
Pero en la línea de las nuevas edificaciones de la flamante capital, se ha construido un bonito paseo en sus orillas, que gracias a las represas, llegan a separarse tanto, que parece que nos encontramos en un río muchísimo mayor, recorrido por barcos turísticos.
El río separa las dos ciudades: al norte la antigua ciudad donde habita la mayoría de la población y al sur la nueva ciudad.
Un domingo por la tarde las orillas y los parques que las rodean se convierten en el paseo escaparate de la población, que en masa, disfruta del buen tiempo. En verano llega a convertirse en una playa interior y en invierno en un lago helado para patinar o pescar a través de agujeros en el hielo.
Después del atardecer, nos espera otra sorpresa, cuando el cielo ya está completamente oscuro, se enciende la discotequera iluminación de los edificios, cuyas luces de colores se van a reflejar en las aguas del engrandecido río Ishim.
































viernes, 6 de diciembre de 2013

LAS CALLES DE ASTANA. KAZAJSTAN

Astaná, la nueva y flamante capital de Kazajstán, está desarrollando una evolución arquitectónica espectacular. El asentamiento se fundó en el siglo XIX como un fuerte de cosacos a orillas del río Esil, denominándose Akmolinsk o Aqmola, en lengua kazaja, que quiere decir "tumba blanca", posiblemente relacionado con los 51 grados bajo cero que se han llegado a registrar. Desde su fundación, languidecía como un remoto destino en medio de la estepa, hasta que en las décadas del 1950 y 1960, Nikita Krushchov decidió convertirla en el centro del desarrollo de la Campaña de las Tierras Vírgenes, que pretendía transformar la inmensa estepa en el granero de la Unión Soviética. Para ello y posiblemente para hacer más atractivo el lugar consideró conveniente el cambio de nombre de la ciudad a Tselinogrado. Con la independencia del país en 1991, recuperó su antiguo nombre, Aqmola, pero no por mucho tiempo, ya que otro presidente, el actual Nazarbaiev decidió convertirla en la nueva capital del país y volver a cambiar su nombre. Así se convierte en la actual Astaná (Actaha), que significa ciudad capital.
Con los inmensos recursos en gas, petróleo y minerales de los que dispone el país se ha realizado el gran esfuerzo de construir en Astaná una colección de edificios singulares y espectaculares, firmados por los más famosos arquitectos del mundo. Así, siguiendo con la tradición de recibir nuevos nombres ya empieza a ser conocida como Nueva Dubai o Futurolandia, como se tituló un reportaje de la National Geographic sobre la ciudad.
En esta entrada del blog os propongo un recorrido por la ciudad y algunos de sus edificios. Se puede considerar como un paseo, ya que la mayoría se encuentran a lo largo del espectacular Bulevar Nurzhoi, que se puede recorrer caminando en un paseo mañanero. Este bulevar de lujo para peatones,  se extiende desde el centro comercial Khan Shatyr, con su forma de tienda nómada gigante, firmada por Norman Foster, hasta el palacio presidencial o Casa Blanca 2, quedando al otro lado del río otro edificio de Foster, la pirámide o Palacio de la Paz y la Armonía.








































Nuestro paseo dominical coincidió con la celebración del Día de la Sabiduría y el Conocimiento, o algo parecido, en el que los escolares se engalanan y salen también a pasear por la ciudad.










Pero el símbolo que ya representa a la ciudad es la torre de Baiterek, que constituye un buen mirador a cien metros de altura sobre la ciudad. En el huevo que la corona (sí, simboliza el huevo de la vida según un mito kazajo) se encuentra un bloque de oro macizo en el que está grabada la huella de la mano del presidente. Los nativos (y los turistas) pueden poner su propia mano sobre tan ilustre huella y, si acaso, formular algún deseo. Apostados a su lado podemos contemplar la variedad de los ciudadanos que, procedentes de muy variados orígenes étnicos, se han convertido ahora todos en: Kazajos.