En muchos lugares del mundo, especialmente en los países en vía de desarrollo, ganarse la vida requiere un trabajo muy duro y fatigoso. Salir de esa vida y prosperar económicamente es muy difícil. Pero en cierta forma, a pesar de las dificultades, al menos son personas que sí tienen un medio de vida, por difícil que sea, al que ni siquiera otras personas de su entorno pueden acceder para salir de la miseria.
Este reportaje es un pequeño homenaje para estas personas que trabajan tan duro, centrado en Madagascar, uno de estos países que sufren las duras condiciones en que les toca vivir.
Cerca de la ciudad de Ambositra, en las tierras altas del centro de la gran isla de Madagascar, se encuentra esta fábrica artesanal de ladrillos. Varias familias fabrican los bloques y luego se encargan de cargarlos ladera arriba, hasta llegar a la carretera, para que puedan transportarse. Muchos de los trabajadores son niños, que de esta forma ayudan a sus familias. Es posible que tengan que hacer este trabajo a la vez que también asisten a la escuela, ya que en esta zona de Madagascar se ha hecho un gran esfuerzo escolar por extender la educación de los niños.
En las ciudades, para el transporte de mercancías se sigue usando la fuerza humana. Este es un ejemplo de la ciudad de Antsirabe, ciudad de colinas con sus correspondientes cuestas.
Un ejemplo del trabajo en el campo, preparando el suelo para el cultivo del arroz.
En Madagascar se sigue buscando oro en los cauces de los ríos de forma totalmente artesanal. Este es un río que se encuentra en la carretera de Antsirabe a Morondava, donde las familias se afanan en encontrar unas pocas pepitas del preciado metal, como en tantos otros ríos del país.
Madagascar también es famosa por la gran variedad de piedras preciosas y semipreciosas, muy frecuentes allí. Pero el encontrarlas y extraerlas de sus yacimientos requiere mucho trabajo. Ilakaka es la capital de los zafiros, donde cientos de personas criban las arenas en busca de estas gemas. Alrededor de esta actividad se ha creado una ciudad "sin ley" al estilo de las que surgieron con la fiebre del oro en América.
La capital Antanararivo es una ciudad edificada sobre colinas, entre las que se encuentran zonas de tierras bajas dedicadas al cultivo del arroz. Estas zonas tienen canales que distribuyen el agua de riego y en los que también se aprovecha la escasa pesca existente. No es necesario hacer unos análisis muy minuciosos de estas aguas, para adivinar el grado de contaminación que pueden llegar a tener, estando rodeadas por varios millones de personas que habitan en la capital.
También en la capital se encuentran las grandes canteras de Ambatomaro. Aunque en el país también hay canteras modernas con maquinaria industrial para la producción de los áridos de construcción, la peculiaridad de esta cantera es que todo el trabajo es artesanal, a base de herramientas de mano. Es impresionante como cientos de familias se afanan en triturar poco a poco el duro granito. Igualmente sobrecoge el sonido metálico de cientos de mazas rompiendo la roca, cuyo eco reverbera entre las paredes rocosas de la cantera.
Lo habitual es que los hombres se encarguen de separar los grandes bloques de roca y las mujeres con infinita paciencia los vayan triturando poco a poco hasta reducir los fragmentos a los tamaños adecuados, muy bien clasificados en sus correspondientes montoncitos, que después van a ser vendidos para las obras de la ciudad.
A pleno sol tropical, las madres están acompañadas por sus hijos pequeños.
Su juguete de hoy posiblemente sea su instrumento de trabajo para toda la vida.
Aunque para nosotros nos parezca una forma de vida muy difícil, es necesario señalar que una parte de estas familias provienen de otra actividad aún más sufrida, la de antiguos rebuscadores entre la basura de la ciudad. Desde 1989, la ONG AKAMASO les ha ayudado a mejorar, mediante este trabajo en las canteras, además de facilitar la construcción de viviendas, escuelas y centros de salud.
http://www.perepedro-akamasoa.net/